El lugar dónde nací

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Yo nací en California, de padre americano y madre española. No elegí nacer allí. Solo ocurrió.

Mi hija menor nació en Kazajstán. Mi marido y yo la adoptamos cuando tenía unos 3 años. Ella no eligió nacer allí. Tampoco eligió que la adoptáramos. Solo ocurrió.

Había otra niña de su edad en la habitación de mi hija en el orfanato. Llamémosla May. ¡Era una cosita tan linda! Con cuánto empeño luchaba por ser la elegida. Verás, ciertas familias podían elegir la criatura a la que iban a adoptar. Las parejas iban de un rincóon al otro intentando decidir quiénes serían los afortunados. Mi familia y yo no entendíamos por qué aquella dulce muñeca seguía todavía allí. Un día May comenzó a jugar con nuestro hijo. Pasaron un rato felices los dos. Cuando terminó la visita, May se abrazó a él con desesperación, gritando y llorando, rogándole que la llevara con nosotros. Era desgarrador. Pregunté entonces a las cuidadoras por qué May no había sido adoptada todavía y me contestaron que tenía 4 hermanos y que, según las leyes locales, debían ser adoptados todos juntos. May no eligió nacer allí. Solo ocurrió.

Hay millones de historias como esta, en las que nuestro lugar de origen determina en gran medida nuestro futuro, nuestra vida. Aunque todos somos parte de una única Humanidad, no parece importarnos nuestra especie. Dónde se produzca nuestro nacimiento impactará sobre nuestras opciones y oportunidades. Y sobre todo, afectará a la manera que tengan los demás de vernos y tratarnos. Pensando en May y en mi propia hija me doy cuenta que la vida podría ser mucho más sencilla para todo el mundo.

Imagino un mundo diferente, un orden distinto; imagino que todos prosperamos. ¿No deberíamos tener todos nuestras necesidades básicas cubiertas por el mero hecho de ser humanos? ¿No crees que eso tendría sentido? ¿No deberían tener todos los bebés alimentos y refugio hasta completar su crecimiento? ¿No deberían tener todos los miembros de nuestra especie lo suficiente para vivir de manera digna? Ya se ha demostrado científicamente que el Mundo es capaz de alimentarnos a todos. Que aquellos que quieran atesorar y acumular lo hagan si así prefieren, pero no permitamos que haya más seres humanos que se conviertan en víctimas de su lugar de nacimiento.

¿No hemos crecido como especie? Solo cuando todo los seres humanos tengan sus necesidades básicas cubiertas por el mero hecho de haber nacido será la humanidad humana. ¡Qué ganas tengo de que llegue ese día!

Disfruta de la vida, de toda ella,

Jessica J. Lockhart – humanología – www.jessicajlockhart.com

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