Conozco una persona que quería no tener pechos. Prefería que le llamaran por un nombre masculino. Conozco a otra que quería una nariz más pequeña y que la llamaran por un apodo.
¿Qué diferencia hay?
Ambas personas respiran.
Ambas son seres humanos.
Ambas aman, sienten, crecen, piensan, existen…
Ambas contribuyen.
También conozco a alguien a quien le gustaban las personas como él. Esa persona se sentía atraída por otras personas como él.
Esa persona también respiraba.
También era un ser humano.
También amaba, sentía, crecía, pensaba, existía…
También contribuía.
También conozco a alguien que no se siente atraída por nadie….
Esta persona también respira.
También es un ser humano.
También ama, siente, crece, piensa, existe…
También contribuye.
Y también está esa otra persona que conozco, que quería tener pechos y que la llamaran por un nombre femenino.
Esa persona respiraba.
Era un ser humano.
Amaba, sentía, crecía, pensaba, existía…
Contribuía.
Y también estoy yo. Me gusta que me llamen por mi nombre.
Respiro.
Soy un ser humano.
Amo, siento, crezco, pienso, existo…
Contribuyo.
La humanidad es variada y múltiple. Los seres humanos somos todos humanos. Todos sentimos, amamos, pensamos y existimos. Todos contribuimos de una manera u otra. ¿Qué es lo que realmente importa de los seres humanos, qué tipo de pareja busquen o todo lo demás? ¿Importa realmente que alguien se quite o se ponga pechos, se reduzca la nariz o se cambie de nombre? ¿Importa realmente que ame a alguien igual o diferente o que no ame a nadie? ¿Importa realmente que sean seres humanos blancos, negros, amarillos, marrones, altos, bajos, gordos, flacos, guapos, feos, alegres, melancólicos o todas esas cosas o ninguna? ¿No será que lo que realmente importa es solo su humanidad? Todo ser humano es humano y, como tal, aporta su granito de arena al resto… aunque nos cueste verlo.
Disfruta de la vida… de toda ella,
Jessica J. Lockhart